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Los invisibles ojos de la diosa
avistaban los días y las embarcaciones
desde tu nombre griego.
Pero hoy,
Arthemisium Hemeroscopion,
nadie recuerda ya tu viejo nombre
pleno de milenarias resonancias:
pleno de sal, de luz,
de míticos periplos,
de oscuros navegantes
y de mercaderías.
Si todo fuera un sueño,
si no existiera el Tiempo y sus heridas,
y si nada pudiera contra el hombre y sus fuegos...
Pero el Tiempo es un viento que consume los fuegos,
arrasa las culturas,
disipa las ciudades
y a ti te ha concedido la indulgencia
de conservar tus albas luminosas
y tus tiernos crepúsculos.
Lo demás, nada:
tarjetas postales, tablas de surfing,
folletos publicitarios
y económicos apartamentos con vistas al mar.
Aquí, donde los ojos de la diosa
-un sedimento de melancolía
temblando en las pupilas-
avistaban los días y las embarcaciones,
Arthemisium Hemeroscopion,
desde tu nombre griego.
Islas, 1991
(VII Premio "Ángel González" de poesía)